Descubriendo tradiciones / Discovering some wedding traditions

Hoy en el blog os voy a hablar de algunas tradiciones y su significado porque muchas futuras novias me preguntáis si es obligatorio hacer esto o lo otro, llevar velo, llevar ramo, ir de blanco... Nada es obligatorio. El día de tu boda tú eliges lo que llevar o no llevar, o las tradiciones que cumplir o no cumplir. Todo depende de cada pareja, de lo supersticiosos que seáis, de vuestra personalidad... Pero también ayuda saber el por qué de cada cosa para tomar las decisiones, así que hoy os voy a desvelar algunas de las tradiciones relacionadas con las bodas para que vosotras decidáis qué encaja mejor con vosotros, y sepáis de dónde vienen algunos básicos en las bodas como por ejemplo el algo azul, algo nuevo, algo prestado y algo viejo, o el velo y ramo de las novias.

El velo de la novia.
La tradición de que las novias llevaran un velo el día de la boda data de la antigua Roma, cuando se llevaba un flammeum de color tostado o rojizo para alejar a los malos espíritus y evitar que pudieran arrebatar la pureza de la futura novia. En un principio nació como tradición de las bodas paganas, pero con el tiempo, el velo como símbolo de pureza, se ha trasladado a las religiones judía y cristiana.

En las bodas judías, se comenzaron a utilizar velos de color blanco, largos y de encaje que cubrían completamente la cara, y en ocasiones, también todo el cuerpo de las novias. En la religión cristiana, las novias y novios en un principio, llevaban coronas de flores y ramas, símbolo de sacrificio y no fue hasta el siglo XIX que se introdujo el uso del velo como muestra de la pureza de la novia. A partir de ese momento, durante la ceremonia, las futuras casadas cubrían su rostro completamente como símbolo de la protección de su modestia y pureza, y no eran 'desveladas' hasta el momento de la unión por su ya marido, como muestra de la entrega. En algunas ocasiones, era el padre de la novia, el que, al llegar al altar 'desvelaba' el rostro de su hija como símbolo de entrega a su futuro marido. Hoy en día la pureza ya no es tan importante para todas las religiones, y por eso el velo ha pasado a cubrir sólo parte de la cabeza, no el rostro completamente. 
Hoy en día hay también muchas alternativas al velo como tocados, coronas o pamelas.



El ramo.
La tradición del ramo se remonta a los egipcios cuando en la ceremonia nupcial, las novias llevaban hierbas aromáticas y especias (incluso ajo) para alejar a los malos espíritus. Pero las flores y hojas no aparecían sólo en forma de ramo. En la Roma y Grecia clásicas, unas coronas de flores alrededor del cuello de los novios, les auguraban salud y fertilidad en esta nueva vida. Con el tiempo, esta tradición se extendió por Europa y en la Edad Media, se utilizaba ya flor de azahar como símbolo de pureza, fertilidad y buena suerte. Hoy en día además, es símbolo de prosperidad, de fertilidad. La reina Victoria utilizó un pequeño bouquet de flores en su boda y, a partir de ese momento, se popularizó el uso de un ramo de flores en las bodas. Al principio eran pequeños ramos que algunas adornaban con perlas, lazos, encajes... hasta las múltiples variedades que existen hoy en día.

En cuanto al lanzamiento del ramo, es algo curioso. La tradición es europea pero se extendió rápidamente  a EEUU donde es comúnmente utilizado. En la Edad Media, las flores eran consideradas símbolo de fertilidad y buena suerte, así que la novia entregaba o lanzaba el ramo a las invitadas para otorgarles con ese regalo, buena fortuna. Pero la tradición también cuenta que en la Francia del siglo XIV, tras la ceremonia, a la salida de la iglesia, algunos invitados (varones) perseguían a la novia para arrebatarle la liga ya que consideraban que esta prenda de lencería femenina traía buena suerte. Como no era muy bien considerado por los miembros de la iglesia católica, se difundió la idea de que fuera sustituido por el lanzamiento del ramo, esta vez entre las invitadas solteras para otorgarles buena suerte y, según algunas culturas, para indicar que ella será la siguiente. Hoy en día en EEUU es una práctica muy habitual, sin embargo, en Europa, se opta muchas veces por entregarle el ramo a una persona especial (madre, hermana, amiga de la novia), entregarlo como ofrenda a la virgen en las bodas religiosas, o conservarlo como un recuerdo de este día tan especial.

Algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul
Esta tradición viene de la Edad Media, que establecía que llevar todas estas cosas el día de tu boda era un ritual que otorgaba buena fortuna:

El algo viejo, simbolizara la conexión de la novia con su pasado y a su vez, la continuidad y éxito de su matrimonio. Normalmente este elemento solía ser alguna joya familiar.
El algo prestado, responde a la creencia de que si usabas algo de alguien que fuera feliz, esa felicidad te sería transmitida a través de ese objeto. Normalmente quien presta ese algo, suele ser una amiga de la novia, ya que lo prestado simbolizaba la amistad y la confianza. También solía ser una joya o un pañuelo. 
El algo nuevo, era el símbolo de todo lo nuevo que comenzaba y por asegurar un futuro prometedor. 
El algo azul, porque este color representa la fidelidad y amor, y tiene su origen en el antiguo Israel cuando las novias llevaban una banda azul como muestra de su pureza, amor y fidelidad. 

El blanco del vestido.
Como os expliqué en un post anterior dedicado a los vestidos estampados para novias, antes de la era victoriana, las novias optaban por el color que consideraban más favorecedor para casarse, a excepción del negro (por estar vinculado al luto y la muerte) y el rojo (por su relación con lo 'erótico-festivo'). Pero una vez más, la Reina Victoria marcó tendencia al elegir el blanco para su vestido de novia en 1840 (por aquel entonces un color sólo accesible para la realeza por lo costoso de las telas) y a partir de ese momento, se extendió el uso de este color para el día de la boda, asociado a la pureza y la inocencia. En otras culturas orientales, el color es algo muy presente como en China o en la India donde las novias suelen vestir de colores llamativos.

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